martes, 6 de septiembre de 2011

Pro: Los niños huelen bien

Este es el primer motivo que se me ocurre para tener un hijo. Que soy absurda, pues si. No lo niego. Pero es que me parece delicioso el olor de los bebés. Es un olor dulce, como a golosina blandita y comestible. 

Les coges, les hueles y uhmmmm.... es como estar en el cielo. Me chifla y me rechifla. Y claro, me gustaría tener uno propio para olisquearle cuando yo quisiera.

Cierto que a veces los niños también huelen mal. Muy mal. A miles de cosas malolientes como vómito, babas, caquitas varias, etc... 

Conclusión: los bebes huelen bien, pero no per se. Hay que currárselo para que huelan así. No parece, a priori, una carga muy pesada. He sido la mayor de mis hermanos y de mis primos, y el cometido que más me ha gustado siempre, ha sido lo de darles el baño. Es un momento superdivertido y que siempre se disfruta con los niños. Cambiar el pañal es menos gratificante, es cierto, pero también necesario para el objetivo de agradar la pituitaria.

Se me pasan por supuesto, todos los mil argumentos en pro de la higiene y bienestar del niño, por los que hay que tenerlo limpito. Claro, claro. Pero el asunto a tratar es si merece la pena tener bebés, y una de las razones importantes para mi, es el maravilloso olor que tienen. Un olor que hace que te olvides del horror de día que has tenido, de lo cansada que estás, de lo tiesa que tienes la cuenta y de que parece que si, efectivamente, esos días en casa de los abuelos te han hecho coger peso y lo notas en que te aprieta el vaquero.

No se yo si tener un hijo como una especie de recurso de aromaterapia es lo más adecuado. Lo mismo me estoy equivocando, y en lugar de un crío lo que tengo que agenciarme es una cajita de esas con botecitos muy monos con aceites que pones en el quemador y te quedas tan a gusto. Hay una tienda, con dependienta pija incluida, cerca de mi casa en la que las venden. Me pasaré por allí, mientras me voy decidiendo.




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