martes, 6 de septiembre de 2011

Se le va a pasar el arroz...

Esta frase la habré oído cientos de veces en boca de mi abuela, de mi madre, mis tías o de alguna otra mujer, que miraba con lástima y como de reojo esa chica sin hijos y de una edad, para ellas, avanzada y en el límite biológico para tales fines procreativos.

Crecí con la sensación de que lo del arroz era algo importantísimo. Vamos que ya podías tener cuidado con el tema, porque como se te pasara, la habías jorobado. Toda tu vida de mujer era un "no pasasársete el arroz". A tal fin, y desde tu más tierna edad, te tenías que ir preparando, para ser una mujer como Dios manda, una mujer de provecho.

El asunto se iniciaba desde que entrabas en el Jardín de Infancia. Tenías que estudiar mucho (y qué coño se estudia en el Jardín de Infancia, me dirán; pues no me acuerdo, pero la cantinela ya me la decían) para ser una mujer de provecho, con tu carrera y criar a tus hijos. Que si no estudias tendrás que repetir, y luego se te pasará el arroz.

Si, señor, toda una carrera contra el tiempo, con tres años y ya era una pobre niña angustiada por el posible fracaso escolar, que derivaría sin dudas en no encontrar jamás un hueco en el mercado laboral, con lo cual, (¡Oh, Cielos!) pasaría a no poder tener nunca jamás hijos, o a la degradación (para mi madre, mil veces peor) de estar dependiendo económicamente de mi marido.

Yo a los tres años, como se comprenderá, no tenía ni carrera laboral, ni marido, ni nada; por no tener no tenía ni Barbie, que a mi madre no le dio la gana de comprarme una hasta que no cumplí diez años. A los tres años tenía un par de Barriguitas, un Jesmarín, al que un primo mío le había sacado la cabeza y ya no era el mismo, y unas ganas terribles de: a) Poder dar órdenes yo a alguien, b) Que no me dieran órdenes a mi.

Ahora con 33, tengo una carrera, una vida independiente, un posible padre de mis hijos, a veces puedo dar órdenes yo, aunque desde luego a mi me las siguen dando, y una madre que sigue mandando más que un General de la Armada. Pero lo que ya no me quedan son muchas ganas de traer criaturas al mundo, y conscientemente, dejo que se me pase el arroz.

En esta espiral de vida, trato de hacer un balance sobre tener o no tener (hijos). He ahí la cuestión. De eso va este blog. Lo aclaro, por si alguien pensaba que iba a hablar de cocina.

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