Pues si, es un gran argumento en contra de la maternidad. Los niños pueden ser, y lo son, terriblemente ruidosos. Y eso es super molesto, la verdad. Me sacan de quicio los churumbeles cuando les da por berrear. Se ponen colorados y sudorosos, y la mayor parte de las veces no se que hacer ni que decirles para que se tranquilicen. Me quedo quieta y espero a que se resuelva la crisis o bien se conviertan en una versión roja del Increible Hulk.
Y si, tengo que reconocerlo aunque las autoridades competentes actúen en consecuencia, muchas veces paso unas ganas terribles de darles un guantazo. No lo hago, por supuesto, para empezar porque no son míos. Porque, atención a la teoría de mi madre, a los niños sólo se les puede cascar si son propiedad de una. Los niños ajenos ni se tocan. Como mucho le puedes decir a la madre algo así como: "Está nerviosito" cuando en realidad quieres decir "O se calla o lo mato". Pero claro, las madres, por lo general, la mía es una excepción, les suelen tener bastante apego a sus criaturitas, y no les gusta que se las amenacen.
Por otro lado, además de ruidosos son, digamos... sonoros. Me encanta cuando balbucean, esos soniditos que hacen, y lo contentos que están de comunicarse y decirte algo, algo que sólo entienden ellos, superimportante y divertido. O los ruiditos que hacen al comer, o cuando aprenden a beber agua del vaso, y sueltan ese suspiro de satisfacción al terminar. O los pasitos leves y rápidos cuando corretean de un lado para otro. Y cuando se ríen, me encantan. No se cortan nada y se ríen de verdad, con esa risa sincera y auténtica que con los años vamos perdiendo, por eso de ser correctos y no reír a carcajadas que es de mala educación.
Me gustaría llegar a mi casa y escuchar esos pasitos corriendo hacia mí para darme un besito (besito babado, sin babas es mucho menos besito). Claro que lo que no me gustaría es un bebé llorando cada tres horas reclamando alimento lacteo, o un bambino chillando en el super mientras hago la compra porque quiere un kinder, o ir en el coche y llevar en la sillita a un pequeño energúmeno gritando, que esto último lo he visto y es que sólo con imaginar que me pasa a mi ya me pongo de los nervios.
Si hubiera un botoncito... Sonido on, sonido off. O un control de volumen... Tantas cosas como se inventan ahora y a nadie se le ha ocurrido fabricar el niño con cuadro de control de sonido. Mientras me pienso si merece la pena o no, voy a ponerme en el ordenador videos de críos llorando y chillando. Como una especie de prueba de fuego. A ver cuanto resisto, y saber de que pasta estoy hecha. Si aguanto media hora seguida me premiaré a mi misma dejándome volver a ver el video de los dos gemelos que conversaban, que están para comerlos a besos y morderlos y achucharlos y de todo.
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